lunes, 18 de marzo de 2019

I thought that you, could lead me through

Y pensé que tú podrías guiarme hacia la felicidad,
la seguridad; un proyecto compartido en que ambos creciésemos y superásemos nuestros miedos.
Pero la verdad es que no.
Fuiste egoísta. Solo fuiste eso. Egoísta. Y el problema es que aún veo tu cara en la gente del metro. Oigo tu nombre en todas partes y ya van meses, y meses, y meses. Y no consigo olvidarte.
En los últimos días me he planteado escribir una canción (mi primera), para soltar toda la mierda que pienso sobre ti. Por que es lo único que me queda de ti. Un montón de recuerdos borrosos y odio, mucho odio con el que no sé que hacer. Nunca pensé que sería capaz de albergar semejantes sentimientos hacia ti. Te prometí que no lo haría. Pero tú, también, me prometiste muchas cosas que luego tampoco hiciste. Así que permíteme odiarte.

Porque no me llevaste a las capillas prometidas, donde los bosques se inclinarían hacia nosotros.
Porque no me dejaste compensar lo que no pude hacer en la distancia.
Porque no me avisaste de lo que pasaba hasta que todo estaba marchito.
Porque no confiaste en mí.
Porque tus (mis) (nuestras) putas inseguridades nos hundieron a los dos.
Porque fue todo una mierda y me siento fatal escribiendo esto sobre ti, pero ya no se que hacer para dejar de tener pesadillas en vela y, y ser feliz. Y olvidarme de todo.

Joder.
Lo siento, pero yo que sé.
Tenía que acabar así.
Siempre acaba así.
Siempre acabo así.
Y aún no he aprendido a cambiar.

viernes, 1 de marzo de 2019

Sal de ti

Sal de ti:
relájate,
nonduermas
nonpienses

Joder, que la vida es vida y está fuera de tu cabeza,
de ese barullo de cables al que llamas pensamiento.
Deja ir, no pienses.
Joder, no pienses.
Fluye, no controles todo lo que piensas que tiene que ser controlado.
Deja de recordar a esa bestia a la que en verdad, en el fondo, no dominabas.
Para ya.
Deja de martirizarte.
Vive y olvida.
Sé objetivo, no subjetivo.
Que el pasado no determine tu presente.
Ni tu futuro.
No nos importa el futuro.
A mi, a ti, a nadie.
Pero qué dices: si tú y yo somos la misma cosa.
Yo el cuerpo, tú la conciencia.
Tu me frenas, así que calla.
Déjame ir, ser libre.
No me controles.
Déjame disfrutar de una caña, con un piti en mano, chica atractiva. Interesante. Que te gusta pero no dejas que lo haga. Por la maldita pesadilla que tienes en la cabeza. Por la incapacidad de relajarte, aún con una cerveza. Es que no necesitas una, necesitas diez, veinte. Hasta olvidarte de cómo se siente la libertad.

Y entonces vuelves a caer.
(Joder)

lunes, 17 de septiembre de 2018

Repite conmigo:

Everything's gonna be alright
Everything's gonna be alright
Everything's gonna be alright
Everything's gonna be alright
Everything's gonna be alright
Everything's gonna be alright


domingo, 12 de agosto de 2018

504 horas


Y volvemos a estar aquí después de un año. 504 horas antes de que llegue septiembre.

Como si nada hubiera cambiado, con el mismo fuego que me quema por dentro y el agua que brota de mis pupilas. No encuentro la caja de calmantes y la sangre cae a borbotones.

Duérmete, niño.

Doy vueltas en la cama, cuarenta grados cuerpo y mente, y un profundo abismo me atraviesa Se acabó; el sufrimiento de los meses, las dudas de días que no cesaban. Pero también la sonrisa, el cuello, las piernas, el pelo largo, los ojos marrones que miraban a través de mi y no le importaban lo que viesen.

Poco a poco se acababa y yo no me daba cuenta. Con la mente en otras cosas y Septiembre como meta. Con la muerte entre las rosas y el desquicio como lema. Como decepción pasada pero promesa de esperanza futura.

Y me acordé ayer. Cuando vi tus ojos brillar bajo el cielo mediterráneo. Tu cuello, despejado, blanco, puro, me revolvió las emociones y de repente sentí lo que había dejado de sentir. Me acordé de los buenos tiempos y recobré la esperanza. Pero ya era tarde.

Me acordé de tus piernas desfilando delante mío, yo desnudo tumbado en tu cama. Escuchar música juntos. De hacer el amor en tu cocina, en tu baño, en mi tienda de campaña. De las puestas de sol desde tu ventana. Tu cuerpo entre mis brazos, tu pelo entre mis dedos. Reencontrarnos en febrero. No querer irme nunca a Madrid. Las primeras veces de todo. Escaparnos de fiesta en Estrasburgo. Reírnos sin parar. Garden State tumbado en tu cama. Decirte que te quería. Mirarte y ser feliz. Pasear entre la nieve. Las copas de vino con risotto. El que salga todo mal y hacerlo bien. La paciencia. Los bares por descubrir. Sentirnos vivos. Sentirme vivo cada vez que te veía sonreir.

Ojalá pudiera hacerte entrar en razón. Pedirte que aguantases dos semanas. Que todo lo que había muerto volvería a surgir al ver tu cara asomar al otro lado de mi cama día tras día, noche tras noche. Ojalá pudiera prometerte no ser tan indeciso. Ojalá todo hubiera salido de otra forma, la espera no hubiera sido tan larga y cruda, y el desenlace tan poco prometedor.

Ojalá no estuvieras tan dolida con todo esto como para no poder aguantar 504 horas. Pero te quiero tanto que no quiero hacerte más daño con mi jodida manera de ser. Quiero que seas feliz, y te quiero libre. Ojalá volver a Mannheim, ojalá poder hacer Mannheim en Madrid y no tener que seguir echando de menos, leyendo esta entrada una y otra vez para recordarme a mi mismo todo lo que ya nunca voy a volver a tener.

Álvaro dice que tengo que sacar lo positivo de esto. Quedarme con pensamientos buenos. Que tengo que volver a comer y hacer cosas que me motiven. Intentaré hacerlo. Pero, por dios, desearía no tener que decirte adiós ahora mismo, tan cerca de llegar a la meta, de alcanzar ese septiembre ansiado por el que tantos meses hemos luchado.

Espero que pasen los días y ver lo positivo. Y dejar de ver tu nombre en todas partes. Por mucho que lo borre de mi móvil o de todas mis redes sociales.

Te quiero. Y espero que salga bien todo de alguna extraña manera.


miércoles, 29 de noviembre de 2017

Here comes my baby





I'd say that this is darkest song I ever wrote
No hint of a smile, or the usual quirky anecdotes
No, this is a song about someone knew what not to say
What not to do, so now, I think I'll just be honest.

I hope that no one ever leaves,
'Cause I don't wanna be alone with me
Not with the things that rush up and down this symphonous smile
Here comes the love anxiety
Can't let it grab a hold of me, not after last time

Why'd you have to wear skirts and heels like that?
She's blinding anyway but now she's floodlighting up the match
Well it's twenty minutes 'til showtime
But the backstage is the stage tonight
So now, I think I'll just be honest

I hope that no one ever leaves
'Cause I don't wanna be alone with me
Not with the things that rush up and down this symphonous smile

Here comes the love anxiety
Can't let it grab a hold of me
Not like the last time
Here comes the love anxiety
It's gonna grab a hold of me, just like the last time

domingo, 16 de julio de 2017

Volver





Llovía en Colorado,
llovían lágrimas por mis mejillas;
una canción en bucle,
un cántico a viva voz.

Me cuesta recordar quién soy,
donde estoy, a qué he venido.
No sé cómo soy,
soy un pájaro en constante vuelo,
cambio, mutación.

Diviso el horizonte,
bajo la mirada hacia el suelo.
Y cuando creo haberte perdido ahí estás,
entre los árboles,
entre la arena y el mar,
entre la espada y la pared.

Y vuelves.
Retorciéndote sobre mi,
como la negra sombra de Rosalía,
como la saudade portuguesa,
como la peste sobre la ciudad de las Ratas,
sobre la eterna condición humana.

Llegas a mi de una forma inhumana.
Me robas el sueño,
mi única calma hasta ahora.
¿Y qué soy yo?

Pájaro sin alas,
ando, tierra siempre.
Ya no diviso horizontes,
miro arriba, cuánto puedo. Te pierdo. Me olvido.

Las alas que te trajeron a mi vida se han ido.
Sin ellas, ando, lento, fuera de mi naturaleza.
Pero ando firme.
Ando seguro.
Sin temor a encontrarte en la tierra del hombre,
donde cielo y tierra se separan
para dar paso al porvenir.

Ando sin alas,
ando sin calma,
ando sin prisa,
ando sin ansia,
ando con fuego,
ando con garra
ando con "quiero" en mi garganta.

Voz de voces,
sueño de sueños,
deja salir a esta bestia
del fondo de mi mente,
de lo más profundo de mi ser.

Búscate sin ella,
contigo.

Cose tus alas y vuela,
mirando al frente,
con calma y con prisa,
con ansia y sin fuego,
sin garra y sin "quiero"

en tu garganta.




domingo, 18 de junio de 2017

Por su nombre


Habló
Fin de curso en Madrid supone, más que nada, un recordatorio del paso del tiempo.
La oportunidad de pararme a reflexionar sobre mi momento aquí y ahora. Sobre quién soy y qué quiero, a un año de acabar la carrera. Sobre qué cosas me han pasado, por qué lo han hecho, y qué quiero hacer con ellas. 

Fin de curso en Madrid me recuerda a muchas personas y a muchos momentos. Tiene un sentido más finito que aquél que tenía fin de curso en Lugo, o que tuvo fin de curso en EE. UU. Madrid tiene la capacidad de revolverme por dentro -y hacia dentro- forzándome a revisitar la vida que he vivido en los tres años aquí habitados. Porque Madrid es cíclico, y es algo que volverá, que me dará una oportunidad de reinventarme y trabajar por labrarme un año, cada vez mejor, cada vez distinto, pero siempre, al final, amargamente incompleto. Esta ciudad me ha visto crecer como ninguna otra, me ha hecho sentir en casa más que ninguna otra; pero a la vez, me ha hartado como ninguna otra.

Hablo
Un año de intercambio, una enfermedad de tres meses y varios incidentes personales han cambiado la forma en que me voy de Madrid. Ahora me voy impaciente. Con los pies en la tierra. Consciente. ¿Maduro? Quizás. 

Ahora sé que el egoísmo es peor que el calor que abrasa el asfalto de esta ciudad maldita. Sé que ser bueno en esta vida se equipara a ser tonto, como las tontas golondrinas que anidan en los árboles de esta poluta ciudad. Sé que las cosas pasan, y hay que verlas, vivirlas y dejarlas pasar, como el tráfico que oigo cada mañana desde mi ventana. 


Y sé, que familia solo hay una. La que te espera de vuelta con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos; la que te coge el teléfono a las 4 de la mañana porque no puedes dormir; la que quiere saber donde, cuando, por qué y cómo. Y de la otra familia, la que creía verdadera, solo quedan muestras de una verdad que otrora creí cierta. Pero muestras igualmente válidas. No son ya familia, no sé lo que son. Prefiero no poner etiquetas. Es lo que me ha enseñado Madrid: a llamar a las cosas por su nombre.