viernes, 10 de abril de 2015

Depende

Depende de lo que quieras hacer, o de lo que te manden hacer. Depende de lo que te hayan enseñado, de tu educación, de tus intereses y ambiciones. Depende de tu lugar de origen, y de tu lugar de destino. Depende de tantos factores, que no sabes elegir.

No sabes en función de qué escoger, por qué iniciativas decantarte y cuales dejar de lado. No sabes con quien casarte, si con la rubia o con la morena; si con aquella que te enseñó aquel grupo de música o con ésta, que te obligaba a salir a correr todos los jueves por la mañana. No sabes decidir, y el 'depende' se convierte en un permanente estado de vida.

Desde que me levanto hasta que me acuesto, las decisiones son una parte importante de mi vida. ¿Voy a clase o me quedo durmiendo? Bueno.. la verdad es que el profesor este es un mierdas... no me aporta nada; pero, ¿y si pasa lista? ¿y si explica algo sobre el trabajo final y luego los de mi clase no me avisan?. Desde cruzar el semáforo en rojo, hasta comer en el comedor o hacerme la comida. Desde subir a Madrid o quedarme en Getafe, las decisiones me acribillan como mosquitos acechando para picarme en una noche de verano.

Llega un punto, que la diferencia entre el 'sí' o el 'no' se convierte en algo vital, y la casilla del 'depende' deja de ser posible en constante el formulario en que se acaba por convertir tu vida. Los grandes pasos y momentos no dan cabida a la indecisión, y te das cuenta de que has comenzado a evitar decisiones realmente importantes para no tener que comerte la cabeza. Así, ves como las oportunidades pasan por delante de tus ojos sin poder atraparlas.

Bienvenido a mi mundo.

Fotografía de Harry Winogrand

martes, 7 de abril de 2015

Seize the moment

"Recoged desde ahora las rosas de la vida,
porque el tiempo jamás suspende su vuelo,
y esta flor que hoy se abre,
mañana estará marchita."
Capturad las rosas, aprovechad el momento. 
No cerréis los ojos ni por un instante; empaparos de todo lo que os rodea.
Aprended, equivocaros, aceptad retos, descubrid oportunidades.
Olvidaros del futuro, vivid el presente, superad el pasado.




He despertado. He entendido lo que me susurraban mis oídos. Voces desconocidas a las que por fin pude ponerles cara. Bob Dylan, Joan Baez, Woody Guthrie, maestros de una retórica perdida. Ellos, sin quererlo, y muchos otros, me han enseñado a dominar el mundo en el que habito. No a dominarlo a través del poder, ni a través de la sociedad; dominarlo a través del razocinio. Comprender la realidad en que me (nos) muevo (movemos). Capturar al vuelo los detalles de un mundo cada vez más destrozado, más jerarquizado, más carcelario. Aspirar el último soplo de aire fresco de la primavera de la libertad y plantar las semillas de un nuevo mañana. Salir a pasear, leer las memorias de mis ídolos y estudiar para mí mismo. Aprender a disfrutar con lo que hago, y a no sentirme mal por dejar de lado todo aquello que me aparta de la felicidad. 

La vagancia se ha transformado en una necesidad. A mi (nuestro) entender, ser vago no es necesariamente ser desganado. Ser vago es, cada vez más, luchar contra todo aquello que, en el fondo, sabes que no quieres hacer. Ergo ser vago es reivindicar tus intereses e inquietudes, y no hay nada malo en ello. No hay nada malo en que no te importe el mundo. Las voces me han dicho eso. Me han dicho que descubrir el mundo a través de tus propios ojos, descubrírselo a los demás, y conseguir que traspase la primera frontera (los sentidos) para quedarse en la segunda (el alma), es algo inigualable. 

Persigue conocer el mundo. Persigue disfrutar de cada rasguño de tu existencia. Sé vago, pero sé capaz de luchar por lo que (te) (me) (nos) merece la pena.