miércoles, 5 de abril de 2017

Ensayo y error


Sé que soy demasiado exigente,
conmigo mismo. Que no me basta con una situación vital determinada, sino que siempre me impulso a cambiar de entorno, a salir de mi zona de confort. Soy consciente de que ello acarrea un constante estado de estrés y agobio. Conocer a nueva gente, enfrentarme a nuevas situaciones y retos. Algo que, a pesar del paso de los años, aún no ha logrado curtir mi piel introvertida.

Un modelo de conducta basado en el ensayo y el error. Error aparente, por no haber logrado todas las metas que me había propuesto. Ensayo continuo, de modelos de vida, trabajos, estudios, iniciativas, relaciones... que no logro encajar con mi bizarra forma de ser.

Ensayo y error de vida. Ensayo y error de camino. Amigos que perdí, chicas que nunca debí querer, habitaciones de las que mudarme, destinos de los que me alegro de haber vuelto sin mirar atrás. Por delante, un horizonte incierto, una realidad en constante formación. Me despierto cada día con una hoja en blanco en la mano, ¡pobre de mí, que he de escribir la historia de mi vida!

De la vida de una persona inconformista consigo mismo. Incapaz de disfrutar de un minúsculo segundo de existencia sin pensar en el siguiente. Incapaz de no arrepentirse de los ensayos que fueron, los errores que son y serán. Incapaz de dejar la mente en blanco por un instante, de parar el mundo en seco y darse la vuelta a contemplar la vista.

¡Pobre de mí, infeliz!
¡Pobre de mí, incapaz de abarcar, con la mano, todas las gotas de agua del mundo, todas las brisas de viento, toda la arena del desierto!